En la Región de Murcia, las empresas familiares suponen un 92% de la productividad económica. Por lo general estas empresas familiares llevan décadas de actividad y pasan de padres a hijos, a pesar de los problemas que puedan surgir en el día a día a causa de los conflictos personales y profesionales. La diferencia de edades entre los dirigentes, diferentes puntos de vista y diferentes formas de trabajar, en ocasiones, son los causantes de conflictos que pueden ser destructivos, tanto para la relación personal como profesional, o en conflicto constructivo y por tanto una oportunidad para mejorar la empresa.
En el blog de hoy os vamos a contar cuáles son los conflictos más comunes que se suelen dar en las empresas familiares y cómo puedes evitarlos para que no afecte a tu negocio.
No definir los roles: un problema muy habitual es la diferencia de rol que esas personas tienen en la familia y en la empresa. Cuando alguien joven pasa a tener un rol importante y alto en la jerarquía del negocio familiar, puede chocar con su antecesor que dentro de la familia, por lo general, suele ser alguien mayor como el padre, madre o incluso alguno de los abuelos. Hay que dejar claros cuáles son los roles de ambos dentro de la empresa para evitar este conflicto.
Ausencia de un objetivo: es importante que entre antecesor y sucesor, o entre los responsables de la gerencia, se defina un objetivo común para dejar claro hacia dónde va la empresa. De esta forma, se evitan las metas personales que cada uno tenga dentro de la empresa, que pueden chocar con las opiniones de cada familiar que forme parte del negocio.
Sucesión: el momento más importante y que más conflictos suele generar. En muchas empresas familiares no se suele preparar este proceso porque son los propios dirigentes los que se niegan a dar el paso a los más jóvenes. Por eso es importante ir preparando el terreno con 4 o 5 años de antelación, trabajando mano a mano para hacerle ver que el sucesor está preparado y que su empresa quedará en buenas manos. Otra buena opción es contratar a profesionales de recursos humanos externos para evaluar las aptitudes y preparar un protocolo de actuación.
Falta de comunicación: este problema se da en general en todas las empresas, pero en el caso de las familiares se suma la confianza de la relación personal. El conflicto está en la ausencia de comunicación clara y abierta. Escuchar y evaluar objetivamente es muy importante para que cuando se dé una opinión, no genere un problema.
No separar vida personal de la vida laboral: lo que pasa en el trabajo se queda en el trabajo. Cuando acaba la jornada laboral, lo mejor es no volver a hablar de cuestiones profesionales o discusiones que se hayan tenido. Saber separar los momentos es muy importante para la salud de la empresa y la de la propia persona.
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